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Resumen
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1. Marco y panorama anticonceptivo regional y nacional
Samuel Santoyo-Haro,1 Gabriel Alejandro Gallo-Olvera,2 Vicente Díaz-Sánchez,3 Javier Alberto Domínguez del Olmo,4 Marco Antonio Olaya-Vargas,5 Luis Felipe Romero-Moreno,6 Carlos Félix-Arce,7 María de Lourdes Gómez-Sousa,8 Rafael Gerardo Buitrón García Figueroa,9 Miriam Concepción Negrín Pérez,10 Norma Velázquez Ramírez,11 Rafael Bedoya Torres,12 Paloma de la Torre y Fernández,13 Álvaro Santibañez-Morales,14 Rafael Chung Garay,15 Mario Rodríguez Vega,16 José Luis Mayorga Butrón17
1 Ginecoobstetra, profesor titular de la especialidad de Ginecología y Obstetricia, Universidad la Salle.
2 Profesor en la Escuela Superior de Medicina, Instituto Politécnico Nacional, Ciudad de México.
3 Director FOS FEMINISTA AC, México.
4 Consultor en planeación y gestión de programas de salud reproductiva y atención primaria de salud.
5 Consultor Independiente en Salud Sexual y Reproductiva.
6 Médico adscrito a la Fundación Hospital de la Misericordia, Bogotá, Colombia.
7 Coordinador de especialidades médicas, profesor titular del Curso de alta especialidad en menopausia, profesor de pre y posgrado de Ginecología y Obstetricia en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tecnológico de Monterrey.
8 Ginecoobstetra con especialidad en Biología de la Reproducción Humana, subdirectora de Intercambio y Vinculación, Instituto Nacional de Perinatología Isidro Espinosa de los Reyes, Ciudad de México.
9 Ginecoobstetra, Centro Médico ABC, Ciudad de México.
10 Ginecoobstetra, adscrita al Hospital Ángeles Pedregal, Ciudad de México.
11 Coordinadora de Planificación Familiar, Instituto Nacional de Perinatología Isidro Espinosa de los Reyes, Ciudad de México.
12 Maestro latinoamericano en Endocrinología Ginecológica, Facultad de Medicina, Universidad Michoacana, Morelia, Michoacán.
13 Ginecoobstetra, Hospital Ángeles Pedregal, Ciudad de México.
14 Ginecoobstetra con especialiodad en Medicina de la Reproducción Humana, Ciudad de México.
15 Ginecoobstetra, Guadalajara, Jalisco.
16 Iberoamerican Agency for Development and Assessment of Health Technology.
17 Ginecoobstetra, Unidad de Posgrado, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México.
1.1 Introducción
La anticoncepción consiste en prevenir el embarazo no planificado y sus repercusiones mediante cualquier método, dispositivo o sustancia.1
Las referencias más antiguas a la anticoncepción provienen del papiro de Petri (1850 aC), que alude a pesarios preparados con excremento de cocodrilo y barro, y a espermicidas a base de miel y bicarbonato de sodio, y el papiro de Ebers (1500 aC), en el que se mencionan tapones de hilaza embebidos en miel para inserción vaginal durante el coito; en los siglos subsiguientes y hasta la época de Aristóteles (siglo IV aC) se utilizaron como anticonceptivos, entre muchos otros, el aceite de cedro y el ungüento tópico elaborado con albayalde (carbonato básico de plomo) mezclado con aceite de olivo.2
Las pinturas rupestres de Cumbarelle (Francia) evidencian el uso de preservativos entre los años 100 y 200 dC, aunque no fue sino hasta mediados del siglo XVI que Gabriele Falloppio describió la utilidad de los preservativos para la prevención del embarazo y de la propagación de la sífilis. En 1870 apareció el primer preservativo de caucho (de baja calidad y poco práctico), y hacia 1930 se desarrolló el de látex (más fino y resistente que el de caucho), considerado el primer preservativo moderno.3
Los espermicidas, el diafragma, el dispositivo intrauterino y los métodos hormonales se desarrollaron entre finales del siglo XIX y mediados del XX.4
En octubre de 1951, el entonces estudiante mexicano de ingeniería química Luis Miramontes, en colaboración con el estadounidense Carl Djerassi, desarrolló la noretisterona (o noretindrona), un poderoso agente antiovulatorio, semejante a la progesterona que, de inmediato, se convirtió en el ingrediente activo de la píldora anticonceptiva.4,5
1.2 Panorama actual de los anticonceptivos en América Latina y el Caribe
De acuerdo con el informe de 2019 del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), en ese año había en el mundo 1,900 millones de mujeres en edad reproductiva (de entre 15 y 49 años); de ellas, 69% requirió de algún tipo de método anticonceptivo, pero solo 44% lo utilizó, y 14% enfrentó una necesidad de anticoncepción desatendida.6
Según el documento Acelerar el progreso hacia la reducción del embarazo no planificado en la adolescencia en América Latina y el Caribe, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el UNFPA, en América Latina y el Caribe 15% del total de embarazos (2 millones al año) se producen en mujeres de entre 15 y 19 años.7
La agenda global de Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos de la OMS y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) establece que el propósito de la planificación familiar es ayudar a las personas a alcanzar sus objetivos de procreación mediante el ejercicio del derecho a elegir la cantidad de hijos, su espaciamiento y el momento de su nacimiento. También considera que el acceso libre, oportuno y equitativo a los métodos de planificación familiar es una extensión de las políticas de igualdad de género y bienestar de la mujer.7 Todo ello con el fin de lograr una repercusión positiva en la salud de los recién nacidos y sus madres, y defender su participación en el desarrollo económico de las naciones y la sostenibilidad del medio ambiente. La agenda también contempla que los estados tienen la obligación de reconocer a la salud sexual y reproductiva como un derecho que va más allá del acceso a los métodos anticonceptivos, puesto que debe incluir políticas públicas para reducir el riesgo de contagio de infecciones de trasmisión sexual y disminuir las tasas de mortalidad materno-infantil.7,8
Tanto el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) como el Comité de Derechos Humanos (UN HRC) de la ONU estipulan que los estados deben emprender acciones para abordar todos los aspectos de atención a la salud para mujeres y niñas, incluido el acceso a la anticoncepción y los recursos de planificación familiar, sin discriminación y con especial hincapié en los grupos vulnerables para evitar la anticoncepción (temporal o permanente) forzada.1,9
La prevalencia de uso de los diferentes métodos anticonceptivos por parte de las mujeres en edad fértil varía ampliamente en diferentes puntos de la región. En Brasil, Colombia, Costa Rica y Nicaragua 75% los han utilizado, en Guyana y Haití se ha reportado un uso de 35% y en Belice, Bolivia, Guatemala, Surinam, y Trinidad y Tobago menos de 50% los utiliza en forma regular.7,10
1.3 Panorama anticonceptivo en México
Durante los últimos 50 años, el descenso de la tasa global de fecundidad ha sido uno de los principales factores de cambio en el ritmo del crecimiento de la población en México. Después de la adopción de las políticas de planificación familiar a partir de 1974, la tasa global de fecundidad se redujo de 6.7 hijos por mujer en el decenio 1961-1970 a 3.35 hijos en 1990 y a 2.21 hijos en 2012.11,12
De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) de 2018, a finales de ese año 939 mil mujeres se encontraban embarazadas, 48% de ellas con 20 a 24 años y 19% con menos de 19 años. De las adolescentes embarazadas entre 15 y 19 años, 19% ya tenían, por lo menos, un hijo; en el grupo etario de mujeres de entre 20 y 24 años, este valor se incrementó a 58%. De ahí que se estime que las mujeres que tuvieron un hijo antes de los 19 años cuenten con 20% más de probabilidad de un segundo embarazo antes de los 24 años.12
La puesta en práctica de la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (ENAPEA) entre 2015 y 2020 se relacionó con una disminución de 7.8% en la tasa de fecundidad en adolescentes respecto de los años anteriores.13 Uno de los propósitos de la ENAPEA para los próximos años consiste en reducir a cero los nacimientos en niñas de 10 a 14 años, y 50% la tasa de fecundidad en adolescentes para 2030, garantizando el libre acceso y la equidad en la disponibilidad de información y recursos en todo el territorio nacional.14,15
La conjunción de variables edad-escolaridad influye en las estrategias para el logro de tal objetivo de la ENAPEA, tomando como base la tasa de fecundidad en adolescentes relacionada con la cantidad de embarazos por cada 1000 adolescentes: 146.5 (sin escolaridad o con primaria incompleta), 154.1 (con primaria incompleta), 139.4 (con secundaria completa) y 37.5 (con bachillerato o estudios superiores). Debido a ello, la ENAPEA plantea que, para una reducción significativa del embarazo en adolescentes, se requiere que cada vez más accedan al nivel medio superior para, con ello, evitar las uniones y los embarazos en edades tempranas.13,16
A pesar del descenso de la tasa global de fecundidad es necesario fortalecer el sistema de educación y respaldo a la población en edad reproductiva en temas de fecundidad y métodos anticonceptivos, sobre todo en la ubicada en situación de vulnerabilidad, además de disminuir los indicadores de necesidad insatisfecha de métodos anticonceptivos entre las mujeres en edad fértil o sexualmente activas.17
1.4 Marco jurídico y políticas de anticoncepción
El derecho a la salud sexual y reproductiva y los derechos sexuales y reproductivos están contemplados en las leyes internacionales y nacionales; sus fundamentos son la libertad, la no discriminación, la dignidad y la igualdad en todos los países sin distinción de raza, edad o sexo. Por su parte, el artículo IV de la Constitución Política de los Estados Mexicanos estipula que la ley protegerá la organización y el desarrollo de la familia, favoreciendo el derecho que tiene cada individuo a decidir de manera libre, responsable e informada el número y el espaciamiento de sus hijos. En un tenor semejante, el artículo III de la Ley General de Salud describe al acceso libre a la planificación familiar como un derecho fundamental que debe extenderse al total de la población mexicana.17-19
En 2013 México se integró al Consenso de Montevideo para dar cumplimiento al Acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, cuyos objetivos, sumados a los de la ENAPEA y a los de las disposiciones oficiales mexicanas, se dirigen a: 1. Garantizar el derecho a decidir en forma libre, autónoma e informada sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad, y sobre nuestra vida reproductiva; 2. Contar con información y acceso a los servicios de salud sexual; 3. Tener acceso efectivo a una amplia gama de métodos anticonceptivos modernos; 4. Participar en forma igualitaria entre mujeres y hombres en la práctica de la salud sexual y reproductiva, y 5. Tener acceso a los servicios de salud pre y posnatales.20
Acorde con los lineamientos de la OMS para facilitar y garantizar a todo ser humano el goce del grado máximo de salud que pueda lograrse, incluida la salud sexual y reproductiva, el acceso a información y servicios de anticoncepción debe basarse en los siguientes principios:
1.5 Referencias